País: Japón
Año: 1956
Duración: 85 minutos
Director: Kenji Mizoguchi
Elenco: Machiko Kyô, Aiko Mimasu, Ayako Wakao, Michiyo Kogure.
Género: Drama
Obra póstuma de Kenji Mizoguchi. Mizoguchi falleció desgraciadamente a la edad de 58 años, el 24 de agosto, a causa de una leucemia fulminante, sin poder ver como se estrenaba esta película. Respecto al tema de la prostitución Mizoguchi se vió notablemente influenciado por visitar casas de geishas en los años 20, tras una fuerte crisis personal marcada por, entre otros factores, la insatisfacción de hacer películas de encargo y por el terremoto que sacudió a Tokio en 1923, arruinado y devastando gran parte de la ciudad. De ahí que hiciera, a posteriori, un documental sobre este terremoto.
La película, es sin duda, una obra maestra. Un desgarrador e intenso filme de fuerza y rigor dramático inaudito, que aborda, con sensibilidad inigualable propia de Mizoguchi, el drama de la prostitución reflejado en un burdel situado en un barrio del extrarradio de Tokio llamado «El País de los sueños». Mizoguchi disecciona minuciosamente la vida de estas prostitutas, sus vaivenes emocionales, las causas que le llevaron a ejercer la prostitución, su situación tanto personal como familiar; de manera magistral, lírica. «La calle de la vergüenza» es un magnífico drama intimista, de encuadres introspectivos, desgarradores; película de magníficas sombras y claroscuros (habitual en la filmografía de este indispensable cineasta). Un film personal y humilde, con unas interpretaciones soberbias, en las cuales se caracterizan por interpretar a personajes cargados de matices y profunda vida interior; recayendo principalmente en la figura femenina, en la cual Mizoguchi se vuelve a centrar indagando sutilmente en su propia intimidad, exponiendo con maestría irreemplazable sus deseos, sus profundos anhelos. Es complejo abordar con tanta certeza y lirismo el drama de la prostitución, pero Mizoguchi lo realiza brillantemente, con una dirección excelsa, con rigor, lirismo, humildad y sensibilidad, de belleza visual exquisita y brillante fotografía en blanco y negro, todo esto creando una composición de perfectos planos armoniosa y profunda.
Película lenta de memorables diálogos y destreza narrativa, dando prioridad a cómo les sucede a los peronajes en vez de qué les sucede, de desgarradoras situaciones y de escenas bellas y bucólicas, en la cual se vierte un rayo de esperanza, de ilusión en un panorama desolador. Personajes sinceros, en la cual se aprecian la bondad y generosidad de personajes encontrados en esta situación por el ignoto destino (la relación entre las prostitutas y la casera es estremecedora) conviviendo día a día en esa casa de citas. Las relaciones entre las prostitutas y sus clientes, así como entr ellas; es expresado por Mizoguchi con la mayor verosimilitud y pureza. También y no menos importante, es un desgarrador análisis de la condición humana, aunado en ese prostíbulo; todo ello confortado bajo un humanismo aplastante de cualquier postura misántropa. Exquisita composición de encuadres (citado previamente) , de planos medios, de angulaciones con fin intimista; una obra personal espléndida. Una obra que trasciende al más puro espíritu humano. El drama se moldea aun más cuando en la película el parlamento está a punto de ratificar una ley que prohíba la prostitución, dándole matices a la obra, de personajes coartados y situaciones tensas, de un profundo anhelo de escapar de esa situación. Una obra de expresada en el más puro y sincero lenguaje cinematográfico, empleado como vehículo de realización de esta intensa obra.
Una película para apreciar y disfrutar, obra maestra del séptimo arte.
10