Mes: julio 2014

El año pasado en Marienbad (1961)

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País: Francia

Año: 1961

Duración: 95 minutos.

Director: Alain Resnais

Elenco: Delphine Seyrig, Giorgio Albertazzi, Sacha Pitoeff.

Género: Drama, Intriga, Romance.

¿Qué es el séptimo arte? ¿Por qué se denomina así? ¿Por qué es un arte? Para responder a estas preguntas simplemente hay que poner ejemplos de películas, no definirlo con palabras, sino con ejemplos de películas. Filmes, obras cinematográficas que definen porqué el cine es un arte, y hasta dónde puede llegar. «El año pasado en Marienbad» es un claro ejemplo de arte puro, de belleza extraña y arrebatada, una de mis tres películas favoritas.

Perfecta obra maestra del séptimo arte, una auténtica obra capital de la Nouvelle Vague en su apogeo, de una perfección y una belleza cinematográfica casi imposible de conseguir. Alain Resnais juega con el espacio y el tiempo, conjugándolos y distorsionándolos de una manera que llega a la más pura abstracción. Planos de belleza infinita, de absoluta perfección cinematográfica, a la mayor belleza visual y a la capacidad del séptimo arte de emocionar hasta llegar al más arrebatado paroxismo. Todo ello en una estructura narrativa de perfección experimental, jugando con los flashbacks y las ensoñaciones, extrayendo del surrealismo lo más bello y puro.

Dos personajes movidos por un contexto bello, barroco y extraño (que se alinea con la experimentación perfecta del espacio y el tiempo), en el que el tiempo cinematográfico muchas veces los detiene y juega con ellos. Personajes llevados por su propio destino y por sus sentimientos hacia la mayor cumbre del arte, hacia la mayor expresión de lenguaje cinematográfico, hacia cumbres ignotas hacia túneles, puertas y zonas nunca llegadas.

Resnais explora el paso del tiempo, la memoria, la fugacidad de la vida y la pureza del amor de una manera fascinante, con esa perfecta dirección y fotografía, de perfectas sombras, de un uso talentoso de la profundidad de campo y los travellings, en el que la exploración visual llega a su más absoluto excelso nivel, en el que la brillantez de sus encuadres y su perfecta composición de los mismos hace a uno llegar a notar la más absoluta plenitud cinematográfica. En un ritmo lento, pausado, como una odisea hacia al Olimpo, en una barca que llega a la costa azotada levemente por el oleaje. Un hotel barroco donde no se nota el paso del tiempo (barroco, recargado y complejo, como el filme), donde el tiempo parece que se para y no atiende a ninguna razón física, solo a una travesía, a una fase, que se repite cada año, cada instante. Y los protagonistas fantásticos, Delphine Seyrig en un papel memorable, extraño; sin duda un mito. Giorgio Albertazzi llega también a la cumbre, encarnando a un personaje que persuade a A (Delphine Seyrig), para deje a su marido y  se fuguen para siempre, pero que ella le hace una promesa de que al año siguiente lo harán… pero no recuerda ella ese momento al transcurso de un año. Una de las películas más desconcertantes y misteriosas que se pueden visionar, todo ello transcurrido en un hotel barroco, todo el filme en ese grandioso hotel.

Una de las películas que más me emocionan, me sorprenden, me conmueven y me apasionan. No puede haber más palabras para definirla, únicamente visionar esta auténtica obra maestra del séptimo arte, en la cumbre del más allá de la perfección y la belleza, en todo su esplendor en una época cumbre del séptimo arte, como son los 60, cargado de cine complejo, bello, fascinante, filosófico y transgresor, toda una obra de arte, cuando el cine era CINE.

10

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Los amantes crucificados (1954)

Los_amantes_crucificados-955697818-largePaís: Japón

Año: 1954

Duración: 98 minutos

Director: Kenji Mizoguchi

Elenco: Kazuo Hasewaga, Kyoko Kagawa.

Género: Drama

 

Obra maestra de inagotable belleza visual y fuerza dramática. Apasionado y triste relato sobre dos almas encontradas y ahogadas en el contexto en el que se sitúan. Excelente melodrama, de una dirección soberbia, pausada, reflexiva, poética, intimista, muy característico del magistral cineasta Kenji Mizoguchi.

De planos secuencia antológicos y travellings apabullantes, todo ello de una fuerza onírica y lírica abrumadora. Cada encuadre es pura belleza, íntima, desgarradora.

Interpretaciones fantásticas, bordando la teatralidad, de personajes con muchísimos matices, en el que los dos protagonistas son sometidos a costumbres y normas que les coartan y les privan de la más absoluta libertad, dos almas en pena que se encuentran en un ambiente duro y triste, que el destino, por pura casualidad o por voluntad divina, les une. A nivel técnico no es la más rica en movimientos de cámara de todas las de Mizoguchi (la inmejorable «Cuentos de la luna pálida» o la desgarradora obra maestra «El intendente Sansho poseen muchos más travellings y grúas), aun así eso no palia su grandísima calidad y grandeza. Con escenas míticas y realmente en el olimpo cinematográfico como la escena del lago y la barca, o la de la cabaña. Y otra vez la perfecta fotografía y dirección y esos maravillosos claroscuros, como los rayos del sol incidiendo a través en la cabaña, para representar un contexto de la más absoluta divinidad.

De un ritmo pausado y sosegado que trasciende a la más perfecto reposo artístico en su plenitud, con encuadres introspectivos que trascienden a lo más hondo, de una perfección de talento innato, alcanzado por pocos cineastas.

Un filme tierno, humilde, desgarrador, poético, triste, pausado y libertador. Un melodrama excelente, obra maestra absoluta.

10

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La gata sobre el tejado de zinc (1958)

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País: EEUU

Año: 1958

Duración: 109 minutos

Director: Richard Brooks

Elenco: Elizabeth Taylor, Paul Newman, Burl Ives.

Género: Drama

 

En el séptimo arte, para un cinéfilo, hay mitos, filmes grandes, inmensos, permanentes en la memoria e indelebles por su majestuosidad o su grandeza, «La gata sobre el tejado de zinc» es uno de ellos.

Magnífico drama, una obra maestra cinematográfica intensa y apasionada, de cuidadísimas interpretaciones y gran potencial artístico y narrativo.

Empecemos con los actores, Paul Newman y Elizabeth Taylor, magníficos, no se puede estar más resplandeciente y más bello en la pantalla. Destilan belleza y potencial artístico, todo un torrente interpretativo, de apasionadas, esmeradas y excelsas interpretaciones, de personajes con muchísimos matices y carácteres, difíciles, con remordimientos, ilusiones; condicionados por los recuerdos y resquebrajados por el contexto.

Una dirección pausada, con muchísima rigor y fuerza, propia de Richard Brooks. Cada encuadre es un puro acierto, condicionado por el avance narrativo. La puesta en escena llega a la más absoluta y mejor teatralidad, apabullante, decidida, acertadísima, cada movimiento, cada gesto.

Una fuerza narrativa y una intensidad dramática llegando a cotas de grandeza, de desgarradora belleza. El rencor, la hipocresía, la doble moral, las relaciones familiares, los remordimientos, la conciencia, la insatisfacción son muchos de los temas que abarca este inmenso filme, llevado con un talento innato. Un magnífico Paul Newman abarcando a un personaje ahogado por sus remordimientos y su consciencia, en el que el film deja abierto y el espectador interpreta las diferentes características del personaje (múltiples posibilidades), de una ambigüedad manifiesta. De guión complejo e intachable, sin agujeros, magnífico y reflexivo, dando poder y visión al film.

Como he mencionado previamente, esa intensidad dramática es una de las grandes cualidades del film, llegando a un poder y a un nivel altísimo, en «carne viva», sin nunca caer en el sentimentalismo ni en la moralina como muchas películas actuales, sino llegando a la perfección mediante el talento y el trabajo impecable. De momentos realmente emotivos y sinceros, de verdades escondidas y sacadas a la luz, de noticias dramáticas.

«La gata sobre el tejado de zinc» es ante todo un filme apasionado y complejo, una obra maestra desgarradora que ahonda en las relaciones familiares, sacando sus miserias y sus falsedades, así como sus sinceridades y sus pasiones, un contraste perfecto, adaptando magníficamente otra vez el drama escrito por el complejo autor Tenessee Williams.

Excelente.

10

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Onibaba (1964)

Onibaba-121434263-largePaís: Japón

Año: 1964

Duración: 103 minutos

Director: Kaneto Shindô

Elenco: Nobuko Otowa, Jitsuko Yoshimura, Kei Sato.

Género: Drama, Terror, Fantástico

 

Excelente obra de Kaneto Shindo, una excelente metáfora visual sobre las consecuencias de la guerra: hambre, miseria y pobreza, que se ve reflejada en el contexto y en la madre del guerrero y su esposa. Con una perfecta dirección y fotografía (cada encuadre es puro lirismo cuando representa a la propia naturaleza de un pictorismo y poder visual abrumador), Onibaba es un tenebroso poema visual que retrata el instinto del ser humano, los actos primitivos y el lado oscuro de nuestro propio ser, a causa de una situación desastrosa, como en este caso, la devastación que está dejando la guerra . La madre y la esposa del guerrero asesinan a señores de guerra para vender sus atuendos, escudos, espadas samuráis, a cambio de comida, no para enriquecerse, sino para alimentarse y sobrevivir. El deseo y la obsesión sexual de la mujer del guerrero en paradero desconocido siguen vigentes y aumentan con creces a lo largo del tiempo, llegando a su punto álgido cuando llega un guerrero exiliado de la guerra. Este impulso sexual se ve agrandado, hecho que a la madre del guerrero le provoca desazón, y va aumentado un lado oscuro, matizado por la insatisfacción y el rencor.

Una dirección pausada, espléndida cada plano, de una fuerza onírica y visual esplendorosa. A un ritmo pausado y sosegado con momentos emotivos y sobrecogedores, el avance de la acción narrativa es movido por las circunstancias del propio contexto, y no por el usual desenvolvimiento de la trama en la mayoría de las películas (no hay una trama en sí, de desenvolvimiento de la misma, sino hechos perturbadores sucedidos a lo largo del tiempo cinematográfico). Onibaba es una experiencia, es un viaje a lo más oscuro del ser, una mezcla perfecta de drama y terror, de realismo y fantasía.

Y unas interpretaciones sublimes, que recaen en las dos protagonistas. El pozo negro donde tiran los cadáveres es una perfecta metáfora visual sobre lo más oscuro del ser humano, un pozo negro y profundo, que reinan actos primitivos del ser humano para la propia supervivencia.

Concluyendo, una obra maestra impepinable cuyo poder visual es determinado por cada perfecto encuadre, y, aparte realiza, una crítica a la guerra, que el ser humano es el único que la causa, y a sus consecuencias. Un film oscuro, tenebroso y dramático, a la vez que sugerente y sobrecogedor; realizado por un magistral cineasta que supo desnudar la condición humana con una gran lucidez para trazar un demoledor retrato de la fragilidad de la misma.

10

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Un tranvía llamado deseo (1951)

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País: EEUU

Año: 1951

Duración: 120 minutos

Director: Elia Kazan

Elenco: Marlon Brando, Vivien Leigh, Kim Hunter.

Género: Drama

«Joyas, joyas y más joyas», pronuncia Stanley Kovalski (Marlon Brando) cuando abre la maleta de Blanche DuBois (Vivien Leigh), su cuñada, delante de su esposa (Kim Hunter).

«Un tranvía llamado deseo», aparte de ser una grandísima película, es ante todo, un mito, un filme apabullante, la grandeza hecha celuloide. Toda una obra maestra, un drama fuerte e intenso, de una abrasiva y cruda atmósfera, en la que las cuidadas y apasionadas interpretaciones y la esmerada dirección redondean esta vasta obra cinematográfica.

Un matrimonio joven, una cuñada que llega a su casa, con un escabroso y turbio pasado que le provoca un desequilibrio mental; pone en jaque no solo a ese matrimonio sino a las relaciones entre los tres miembros de la familia, abarcando momentos realmente tensos y enérgicos.

Kazan ahonda en las relaciones de pareja y los lazos familiares con este poderoso filme en el que los diálogos transmiten fuerza y rigor y una contundencia a veces abrasiva.

Y las interpretaciones, una pura maravilla, Marlon Brando con una contundencia muy poderosa interpreta a un personaje rudo, violento, con carácter; Kim Hunter como una esposa y la magnífica Vivien Leigh como la hermana desequilibrada de Kim Hunter, una interpretación sublime, cada gesto, cada matiz del personaje, con mucho detalle y mucho cuidado, sin duda soberbio.

Como he mencionado antes, la dirección de Kazan; realmente magnífica, una perfecta composición de planos muy bien escogidos que transmiten fuerza visual y narrativa y representan a la perfección el contexto donde se desarrolla el avance de la acción narrativa. Lo que hace Elia Kazan es matizar con fuerza no solo narrativa, sino visual esta compleja película, y engrandecer la tensión del film que va aumentando in crescendo, todo con una maravillosa fotografía.

Personajes complicados, muy diferentes entre sí, ahogados en un contexto opresor y enviciado, en el que su forma de ser, sus ideales y su pasado chocan frontalmente entre ellos para dejar como resultado una poderosa ola de resonancias dramáticas de futuro ignoto; todo ello en una puesta de escena fantástica, muy teatral (la obra se adapta a la de Tenessee Williams).

El contexto del film se representa prácticamente en la casa del matrimonio joven, lo cual hace que el espectador se sumerja profundamente en esa tensa atmósfera, y sienta la opresión de los personajes o su dudoso e ignoto destino.

En definitiva, un drama soberbio, tenso, crudo, contundente y abrasivo, en el que la perfección de su dirección, las maravillosas interpretaciones, la cuidada fotografía y la decisiva tensión, marcan por completo una obra cumbre del séptimo arte y un clásico irreemplazable.

10

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La noche de la iguana (1964)

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País: EEUU

Año: 1964

Duración: 118 minutos

Director: John Huston

Elenco: Richard Burton, Sue Lyon, Ava Gardner, Deborah Kerr

Género: Drama

 

Tres mujeres, un hombre, una noche… Así aparece en uno de los carteles de este mito del séptimo arte. Cuando vi esta película por primera vez en julio del año pasado me pareció un buen film, pero nada de una obra maestra ni muy buena. Sin embargo, la volví a ver el día siguiente… Todo cambió, ya no la veía como una gran película, sino como una obra maestra capital del cine y una de mis diez películas favoritas, lo que tiene verla una segunda vez, que grandísimo acierto.

Es, ante todo, un filme complejo, dramático y bello, en la que ningún diálogo tiene desperdicio, ni ninguna acción que da avance a la acción narrativa. Todo es imprescindible, los diálogos, trascendentales e impresionantes, que hacen reflexionar y emocionan, cada palabra, cada expresión.

Seguimos con el trasfondo del filme: la doble moral, la hipocresía, una crisis existencial y personal del protagonista, una homosexualidad reprimida, las relaciones humanas, los sinsentidos de la vida o los vaivenes emocionales y del destino, el contexto cálido y sereno; todo este cóctel explosivo se funden en esta película de manera contundente y alineada, en la que cada personaje es partícipe e influye en el desenvolvimiento de la trama en general.

Este magnífico filme, adaptado de la obra del trascendental escritor homosexual Tenesse Williams (Un tranvía llamado deseo, La gata caliente sobre el tejado de zinc), posee la capacidad de transmitir un poder visual, una fuerza narrativa y dramática que alcanza la más absoluta perfección. Y qué decir de esos magníficos protagonistas (vaya grandísimo elenco), el notable actor Richard Burton, en esa magistral interpretación, de un personaje abocado a la autodestrucción, torturado, reprimido, ahogado en alcohol para paliar su crisis existencial; la bellísima y grandísima actriz Ava Gardner, en un papel de una mujer cálida, extrovertida, directa en una apasionada interpretación; la amiga del protagonista que regenta un de hotel en las playas de México;  la gran Deborah Kerr, en otro papelón, esos diálogos que mantiene con Burton en el filme, esas sinceridades, esa calma, ese reposo, indudablemente genial. Y el bellezón de Sue Lyon como la que seduce a Richard Burton y lo arrastra más cerca a la misma autodestrucción.

Además el genial director John Huston, pone todo su talento y su maestría para realizar una dirección soberbia, con rigor y con fuerza, los personajes son movidos por sus propios destinos en cada uno de los fotogramas. Ese complejo hilo argumental, es llevado con perfección por este gran cineasta, aparte de la maravillosa fotografía en blanco y negro, de un magnífico estilo visual.

Un filme apasionante, de escenas míticas, como la de Ava Gardner bañándose en la playa con sus chicos mejicanos, o la de Richard Burton en la escena inicial o cuando es atado en la hamaca. ¿Y por qué la noche de la iguana? La noche, la noche de los deseos, de la exaltación paroxista de los sentimientos, de los reptiles internos, que se mueven, que desgarran, la noche de los testimonios y obsesiones, una noche para recordar, una película intensa, toda una obra maestra, un hito del cine de los 60.

10

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El arpa birmana (1956)

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País: Japón

Año: 1956

Duración: 118 minutos

Director: Kon Ichikawa

Elenco: Rentaro Mikuni, Shôji Yasui

Género: Drama, Bélico

 

«¿Mizushima, dónde estás?» Probablemente sea una de estas frases que siempre retendré en mi memoria, y todo se lo debo a este monumental filme.

Japón está a punto de firmar la paz en Birmania, en el año 1945, epílogo de la II Guerra Mundial, entre uno de los soldados se encuentra Mizushima, un soldado pacífico que toca el arpa como elemento pacificador y sereno. Después de comunicar uno de los oficiales la rendición de Japón, encarga a Mizushima la tarea de mediar con los soldados que se están encarnizando en una batalla brutal con los ingleses en unas colinas. Y él va a mediar… Hasta ahí destripo parte de la trama de esta película, no quiero contar nada más de la trama de esta desgarradora obra maestra, una película que posee una fuerza dramática y lírica insuperable, con la magnífica dirección de Kon Ichikawa, cineasta Japonés no tan conocido que ha realizado filmes legendarios. Un film antibelicista y antimilitarista que retrata con crudeza y lirismo poético a le vez, los horrores del error más grave de la Historia mundial. La travesía de un personaje por Birmania (actualmente Mynamar) se convierte en toda una experiencia cinematográfica que nunca se olvidará. Pocas películas demuestran la grandeza de «El arpa birmana», un film triste, desgarrador, reflexivo, que ahonda en la devastación y en la relación del hombre con la naturaleza, a veces en páramos desoladores, y otras veces en frondosas selvas. Esas magníficas escenas de emotividad, de tristeza, todo agarrado con una sensibilidad y una dureza apabullante . La relación entre los soldados, sobre todo el especial cariño a Mizushima, es sobrecogedor. Planos infinitos de belleza, lirismo y dureza, de un grandísimo poder visual, con la excelente fotografía y otra vez reitero la dirección de Ichikawa, planos que llegan a cotas equiparables a Mizoguchi.

Unas interpretaciones contundentes hasta un nivel altísimo, sobre todo la torturada interpretación de Rentaro Mikuni, es decir, Mizushima. Esa travesía por Birmania, es desgarradora, es una experiencia irreemplazable y necesaria.

Y finalmente, la escena final, toda una maravilla.

Sin duda otra grandiosa obra de arte, un mito, una experiencia necesaria y reflexiva, poética y cruda, realista y esperanzadora, y encima vista en el Cine Doré, en pantalla grande, cuando salieron la letran de «fin», empezé a aplaudir como nunca lo había hecho.

10

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Los canallas duermen en paz (1960)

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País: Japón

Año: 1960

Duración: 153 minutos

Director: Akira Kurosawa

Elenco: Toshiro Mifune, Takashi shimura

Género: Drama, cine negro, thriller

Hay cineastas que han conseguido una obra maestra (que ya es mucho, no está al alcance de cualquiera), dos e incluso tres (que ya es excepcional y maravilloso), pero hay otros que han conseguido más de tres, e incluso más de cinco. Este es el caso del mítico Akira Kurosawa, mi cineasta favorito y el uno de los tres mejores de todos los tiempos. Con esta película van ya… nada más y nada menos que ocho obras maestras.

Aparte de un ejercicio sobresaliente de suspense, tensión y potencia narrativa, es un profundo ejercicio dramático en el que Mifune se lleva el grandísimo protagonismo, vaya interpretación, de 10. Corrupción, especulación urbanística, chantaje, violencia y venganza se juntan en este apasionado filme, en el que Kurosawa, con su habitual maestría y perfección cinematográfica combina por un lado, la trama general del filme (con su excelso hilo argumental (estén atentos a cada detalle), con el profundo análisis psicológico y dramático de los personajes, principalmente de Mifune. El honor, el dilema moral, la ética y la familia enriquecen aún más esta compleja película, caracterizando sobresalientemente a los personajes, y a veces poniendo más matices a la trama; y el desgarrado poder humanista, con escenas antológicas y abrumadoras, antológicas, de una atmósfera sobrecogedora, de encuadres de suma belleza y cargados de símbolos. Es un film que te mantiene con tensión a un ritmo fantástico, unas veces frenético, y otras veces pausado, sobre todo si se trata sobre diálogos con análisis retrospectivo e íntimo. Y qué decir de la dirección de Kurosawa, pues como siempre, impecable, toda una maravilla, con esos travellings retro, y esa presentación de contextos con una composición de planos del más alto nivel, y sus famosísimos barridos en algunas escenas. Todo con una gran atracción visual en la que uno no deja de mantenerse atento al más mínimo detalle, y sobre todo una venganza muy peculiar, en una maravillosa fotografía e intensa puesta en la escena, característico de las películas de Kurosawa. Todo esto con un trasfondo social que te da a reflexionar, sobre el cuarto poder, sobre la presión de las grandes compañías, sobre el exceso de poder, sobre la megalomanía y la ambición exacerbada por mantener el poder, aparte del nepotismo y el enchufismo, impresionante. Lo que les sorprenderá también es que el grandioso Takashi Shimura hace un papel de «malo» en el filme, no habitual en él.

Sin duda una película excelente y mítica. Pues otro diez para Kurosawa.

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El intendente Sansho (1954)

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País: Japón

Año: 1954

Duración: 123 minutos

Director: Kenji Mizoguchi

Elenco: Kinuyo Tanaka, Yoshiaki Hanayaki, Kyoko Kagawa.

Género: Drama

 

Si miramos bien el cine Japonés, encontraremos cineastas excepcionales y míticos, y, como es evidente, de obras grandísimas y excelentes como la que voy a comentar.

En pocas palabras, es un film excelente, una auténtica obra maestra con un ritmo lento, característico de Mizoguchi.

Desgarradora obra maestra de un cineasta inigualable, el magnífico Kenji Mizoguchi. Grandísimo filme que narra, con mucha fuerza dramática y potencial lírico, una historia de desigualdades, de crudeza, de despotismo, de represión, de sufrimiento, pero también de momentos bellísimos, líricos y tiernos que alcanzan las más altas cotas de majestuosidad cinematográfica.

Una madre a la que le arrebatan sus hijos por un engaño, y son vendidos por separado. Una película desgarradora, a la vez que bella. Con esa magnífica fotografía y dirección, pausada, poética, (otra vez los travellings (la escena de las flores con la madre, la sirvienta y los niños es conmovedora, o la de el palacio) y las grúas, y ese encuadre de planos paisajísticos perfectos, así como una representación insuperable del contexto de un cineasta excepcional, con esa mezcla (muy característica) de perfectos claroscuros aunque donde más se demuestra esta mezcla es ante la magistral «Cuentos de la luna pálida de agosto después de la lluvia». Un uso perfecto también del montaje en el que las elipsis temporales son representadas mediante un plano de unos cuantos segundos de duración, a pompas fúnebres japonesas, brillante. Una composición perfecta de los planos, de una belleza, de una riqueza artística exclusiva para muy pocos cineastas.
Esas apasionadas interpretaciones, de dos hermanos inseparables, con una química fantástica, y la de la madre, torturada de no poder ver a sus hijos. Filme desgarrador y poético, con una fuerza narrativa y visual escasas veces alcanzada en el séptimo arte (como pasa con «Cuentos de la luna pálida de agosto»), que ahonda, en la falta de libertad, en el despotismo, en la crudeza, en el inhumanismo, en la familia, en el amor maternofilial; añorando a pro de la justicia y la libertad.
Este magnífico filme me desgarró, me conmocionó, me emocionó, para mí ya un mito, una obra dura y a la vez preciosa; una de mis diez películas favoritas, una película mítica, una absoluta maravilla del cine mundial.

Larga vida a Mizoguchi, siempre estará presente.

Me quedo con un plano mítico para siempre: el plano final.

Obra maestra cumbre del cine mundial. Para mí una de las quince mejores películas de toda la historia.
10

 

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Cuentos de la luna pálida de agosto (1953)

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País: Japón

Año: 1953

Duración: 98 minutos

Director: Kenji Mizoguchi

Elenco: Machiko Kyo, Mitsuko Mito.

Género: Drama

 

El otro día estaba dispuesto a verme «El intendente Sansho» cuando pensé en la maravilla de «Cuentos de la luna pálida» que no me acordaba de partes del film, recordando la obra maestra que me ví en julio del año pasado.

La cojo de mi videoteca muy entusiasmado y me la pongo a ver. Se pone la pantalla el televisor en negro, y aparece ya el león de plata, y empiezan los títulos del comienzo del film.

Finaliza la película, y yo con los ojos de hielo, congelados, al observar tal perfección cinematográfica, tanta belleza, tanto lirismo, onirismo y dramatismo, con la sensación de satisfacción plena y absoluta al contemplar ya una de mis 15 películas favoritas, y del acierto de volverme a ver esta obra maestra justamente ese día.

Una obra de arte absoluta, con una dirección que marca la supremacía de un director irreemplazable, un mito del séptimo arte, con esa perfecta dirección (los movimientos de grúa para el comienzo de unas cuantas escenas o marcar el contexto cinematográfico es brutal, o los magníficos travellings) y esa absoluta maravillosa fotografía que alinea los claroscuros para crear una representación pictórica del más absoluto perfecto nivel. Una fuerza visual, narrativa, lírica y dramática pocas veces vivida en el cine, una belleza visual apabullante, y todo en ese magnífico blanco y negro

Una película bellísima (la escena de la barca es memorable, o la del palacio, o la del bosque), trágica, una fábula con una metáfora y un trasfondo legendarios en la historia del cine. Dos hombres campesinos que se marchan en plena guerra, dejando Tobei a su mujer y su hijo, y Genjuro llevando a su esposa, se ciegan con la codicia y la riqueza y les consume el egoísmo y el individualismo. Las interpretaciones de los papeles masculinos principales son muy grandes, pero lo que destaco son los papeles femeninos, de una riqueza, de un modo, de un estilo espectacular. Una fábula moral y ética de múltiples lecturas (la ambición desmedida, el egoísmo, «la avaricia rompe el saco», el individualismo feroz, ser feliz uno con lo que tiene no con lo que tendría), una atracción cinematográfica abrumadora, de tanta belleza, de tanta riqueza que es imposible describirlo, solo notarlo con la experiencia de ver esta perfecta película; todo ello a un ritmo pausado y sosegado.
La mezcla perfecta de onirismo y realismo, fantasía y realidad.

Sin duda una obra maestra del cine mundial.

10

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